Sonó el despertador, y sus sueños se diluyeron como por arte de magia.
– ¡Las seis! – Murmuró entre dormida y despierta.
Su primer deseo fue el de volver a acurrucarse y retomar el hilo de aquel sueño que si bien no era hermoso, al menos valía la pena conocer el desenlace, después de todo, eso hacía todas las mañanas hasta que su despertador se hartaba de emitir sonidos. Sin embargo, esta mañana era diferente, recordó que tenía una cita con aquel misterioso hombre que había conocido varios meses atrás en un sitio Web de citas, después de innumerables y agradables charlas, por fin habían acordado un encuentro en persona, ella incluso había mentido en su trabajo para asegurarse el día libre.
Se incorporó de la cama con mucho más entusiasmo que los otros días. Cuando terminó de bañarse se esmeró particularmente en su arreglo personal. Destapó aquel perfume que comprara en navidad y que había guardado para ocasiones especiales. Arregló su cabello y lo ató con la cinta azul que consideraba de buena suerte. Recordó las palabras que su amiga Verónica le había dicho durante la cena de la noche anterior:
– ¿De verdad estás segura de querer conocerlo? Solo tienes su foto, debes tener cuidado y asegúrate de que la cita sea en un lugar público – Decía.
– ¡Claro que quiero conocerlo!… es muy guapo en su foto y creo que podría ser el amor de mi vida, además va a ser perfecto conocerlo precisamente el 14 de febrero, no hay nada más romántico – Respondió.
– Pues insisto en que tengas cuidado y sobre todo no te enamores de él en la primera cita – Dijo su amiga Verónica.
Con estas palabras en la cabeza, se acomodó el abrigo, tomó las llaves de la vieja mesa de roble y salió con rumbo a la cafetería que serviría de escenario para el ansiado encuentro.
– «No te enamores de él en la primera cita», como si no estuviera ya enamorada de él – Se repetía. Nunca se había atrevido a confesar sus sentimientos durante las sesiones de chat que ambos sostenían, y no sabía por qué. Quizá tantos fracasos amorosos en el pasado le llenaban de miedo el corazón. Aún así, estaba dispuesta a correr el riesgo y jamás perdía la esperanza de que esta vez fuera la definitiva, incluso usaba como protector de pantalla la foto que aquel hombre misterioso le enviara, como si fuera su mayor tesoro.
Llegó al café media hora antes de la hora acordada.
– Bienvenida señorita, ¡feliz 14 de febrero!
– ¡Gracias! Es un lindo día ¿no le parece? – Respondió… – Las cosas siempre suceden por algo – Dijo para si misma.
Pidió un expreso y se acomodó en unos de los mullidos sillones, no pudo hacer más que dejar que su imaginación volara, se vio a si misma envuelta en un apasionado idilio de novela, también pudo imaginar su futuro más lejano, en él se veía disfrutando de una hermosa familia, al lado de aquel hombre misterioso que ahora parecía tan cercano.
– Me inspira confianza, es educado y amable, además de guapo, es como el hombre que siempre soñé – Pensaba.
Había pasado una hora desde que llegó al café y aún estaba sola. – Tal vez mi celular se apagó y no pueda comunicarse conmigo – Pensó. Tan pronto sacó el teléfono de su bolso comprobó que funcionaba perfectamente y no tenía llamadas ni mensajes desde el día anterior. – Seguramente está atorado en el tránsito, no debe tardar en llegar – Dijo para si misma.
Tomó una revista y comenzó a leer un artículo que hablaba sobre cómo conseguir enamorar a cualquier hombre, trató de memorizar los consejos, uno de ellos en particular: «Conquístalo con tu sonrisa, regálale la mejor que tengas». Siempre había sido elogiada por su sonrisa, desde que era una niña, era su arma más poderosa.
Había leído una docena de artículos más cuando se percató de la hora – Nadie llega dos horas tarde a menos que no piense llegar – Murmuró para sus adentros. Se sintió triste, enojada, decepcionada, desesperanzada; había mentido en su trabajo para tomarse el día y ahora sentía que había sido en vano, no le importaban las razones por las que su ansiada cita no se había presentado, sabía que era el principio del fin, o el fin de lo que no tuvo principio.
Lloró lo más disimuladamente que pudo, no quería llamar la atención de los clientes de la cafetería que parecían envueltos en una nube rosa de 14 de febrero. Se sentía desolada y casi sin pensarlo siguió hojeando la revista.
– «Conquístalo con tu sonrisa»… ¡claro, si tuviera a quien conquistar! – Se repetía. Se limpió la última lágrima que estaba dispuesta a derramar por aquel hombre que había perdido la oportunidad de conocerla. En cuanto regresara a casa lo borraría para siempre de su corazón, de sus «cibercontactos» y de su protector de pantalla.
Con determinación decidió salir de la cafetería y volver a casa, dejó a un lado la revista y se formó en la fila para pedir un café para llevar. Se percató de que el hombre que se encontraba delante de ella en la fila era muy apuesto, cargaba un portafolio de computadora que se hallaba parcialmente abierto, un sobre asomaba por la ranura a punto de caer, así que ella le tocó el hombro.
– Disculpe, su portafolio está abierto y está a punto de perder un sobre» – Dijo ella.
– Ah, muchas gracias, es una fortuna que no se haya caído, es un sobre muy importante – Respondió el hombre.
– No hay de qué – Dijo ella.
– ¿Se encuentra usted bien señorita? Se le ve muy triste y con señales de haber llorado – Dijo aquel hombre.
– Si, estoy bien, es solo que no me gusta el 14 de febrero – Respondió ella.
– Bueno, a mi tampoco, me recuerda que estoy solo pero ¿sabe algo? sólo es una fecha, cualquier día debería ser un buen día – Contestó él.
– Tiene razón, pero a veces las cosas no son como quisiéramos que fueran… ¿qué se hace en estos casos para mejorar el día? – Dijo ella.
– Bueno, las cosas nunca son como quisiéramos, y esos son los retos que tenemos que enfrentar, eso es lo hermoso de la vida – Dijo aquel hombre.
– Nuevamente tiene razón, pero por ahora no se me ocurre como cambiar mi suerte – Respondió ella.
– Pues si no tiene planes para hoy podemos sentarnos a discutir sobre la suerte y la vida, yo pago el café – Dijo él.
Ella sintió que el día comenzaba a mejorar, lo miró y le regaló la mejor de sus sonrisas…
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